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miércoles, 16 de diciembre de 2009

PALO BLANCO DE LA ATALAYA - "Vigía de la soledad"

Ajeno al pasar del tiempo, un vigoroso vigía charla cada tarde con el horizonte, sin saber muy bien por qué ni cómo logró escapar del exterminio.
Este monumental palo blanco (Picconia excelsa) se encuentra situado en el municipio norteño de Tacoronte, a una altitud de 540 metros sobre el nivel del mar y en la ladera suroeste de la espléndida Montaña de la Atalaya.

Constituye un recuerdo viviente del majestuoso bosque de Laurisilva que se extendía hace menos de quinientos años a lo largo de todo el norte de Tenerife, y que constituía la “selva” de mayor extensión de todo el Archipiélago Canario.

Con respecto al árbol en sí mismo, podemos decir que se trata de un vigoroso ejemplar de Picconia excelsa, que alcanza los 15 metros de elevación, cuyo grueso tronco se ramifica a un metro de altura en cuatro grandes pernadas y está semioculto en su parte inferior por la frondosidad de sus numerosos brotes basales.

En la zona, predominan las especies invasoras e introducidas, como la tunera (Opuntia maxima), la pitera (Agave americana) o el eucalipto (Eucalyptus camaldulensis).

El magnífico árbol se encuentra dentro de los límites potenciales del Monteverde, en el piso bioclimático termomediterráneo. En los alrededores se puede apreciar algún que otro barbusano que ha logrado regenerarse o sobrevivir entre las tierras roturadas para el cultivo, así como alguna que otra finca donde se decidió respetar algunas arboledas herederas de ese primitivo bosque, internándolas como parte de sus jardines.



miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL PIJARAL - "El corazón de Anaga"

Adormecida entre brumas perpetuas, embriagada por los aires del norte, sin más prisas que las que trae el viento y con las ansias de quién ama la vida o teme no hacerlo. La laurisilva aferra sus raíces con fuerza en lo más profundo del macizo, lamentando no haber podido defender sus legendarias selvas pero sabiéndose dueña de lo que siempre le ha pertenecido: el corazón de Anaga.

El Pijaral, en el macizo de Anaga, abarca una zona de laurisilva pura en muy buen estado de conservación, constituyendo una Reserva Natural Integral de incalculable valor. Está a su vez incluida en el Parque Rural de Anaga que, con 14.419 hectáreas, engloba casi la totalidad del macizo de Anaga, en el noreste de Tenerife.

La reserva comprende una zona de laderas inclinadas en la vertiente norte del parque rural y tiene una extensión de 300´7 hectáreas, dentro de las cuales se incluye el Monte del Pijaral que le da nombre a la totalidad de la reserva, y varios roques entre los que destacan el Roque Anambro y el Roque Chinobre.

La zona se caracteriza por su gran humedad, provista por el constante empuje de los vientos alisios, así como por una exuberante vegetación resultante de la baja actividad antrópica (uso por parte del ser humano) que ha tenido esta zona desde épocas prehistóricas.

Este enclave constituye, por su pureza y aislamiento, una importante reliquia del bosque de laurisilva original que existió en épocas anteriores a la conquista de Tenerife a lo largo de toda la vertiente norte de la isla, entre los macizos de Anaga y Teno, y del cual solamente se conserva un 10% en la actualidad.

En cuanto a la flora, podemos decir que el grado de conservación de la laurislva de esta zona es tal que en ella intervienen gran parte del elenco propio de este tipo de bosque, incluyendo especies muy exigentes en húmedad como el til (Ocotea foetens) y otras raras y amenazadas como el saúco (Sambucus palmensis), la esparraguera (Asparagus fallax), la violeta de Anaga (Viola anagae) y la adelfa de monte (Euphorbia mellifera); además de la píjara (Woodwardia radicans), una especie de helecho muy abundante en toda la zona y de cuyo nombre deriva el topónimo: “El Pijaral”.

Con respecto a la fauna, esta zona cuenta con numerosos invertebrados endémicos como escarabajos, arañas y moluscos. Además El Pijaral es una zona de especial protección para las aves (ZEPA) constituyendo un importante refugio para las palomas de la laurisilva, la paloma turqué y la paloma rabiche (Columba bollii y C. junoniae), pudiéndose observar también al gavilán (Accipiter nisus granti), el aguililla (Buteo buteo insularum) y la gallinuela (Scolopax rusticola).

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