Son tan frágiles los pétalos del jaguarzo que se desprenden cual vilanos con las embestidas del viento; tal vez incluso con el lagrimeo del sereno.
El jaguarzo o jaguarzo negro (Cistus monspeliensis) es un arbusto siempreverde de estrechas hojas verde oscuro, lineares o ligeramente lanceoladas, pegajosas, rugosas,
revolutas y glabrescentes o con vello especialmente en el envés. De aspecto más o menos globoso y densamente ramificado, llega a superar el metro y medio de altura y es común verlo formando parte del sotobosque de los pinares canarios. Ocupa igualmente extensas áreas en zonas deforestadas donde desempeña un papel importante como matorral de sustitución y transición, desarrollándose también dentro de los dominios del bosque termófilo e incluso en zonas de monteverde aunque teniendo preferencia por suelos ácidos.
Con la llegada de la primavera las vistosas flores de cinco delicados pétalos y de hasta 2,5 cm de diámetro tiñen de blanco el arbusto y el suelo circundante, convirtiéndose en un llamativo reclamo para los insectos.
Es autóctona de Canarias y está presente en todas las islas a excepción de Lanzarote y Fuerteventura. Lo es también del Mediterráneo, dónde cuenta con amplia distribución.
Interesante resulta su estrecha relación con otra especie autóctona de las islas, la melera del jaguarzo (Cytinus hypocistis), que suele crecer bajo el arbusto parasitando sus raíces.
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