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jueves, 28 de mayo de 2009

CHARCAS DE ERJOS - "El renacer de un humedal"

Si existe en el mundo un lugar que demuestre que una actividad antrópica no tiene por qué desencadenar siempre un deterioro irreversible en el medio ambiente, ese lugar es sin duda Los Humedales de Erjos. Ni en el sueño del mayor amante del medio ambiente se hubiese recreado nunca la paradoja de este maravilloso lugar, la ambición por la tierra que desencadenó el paraíso.

Los humedales o lagunas de Erjos se crearon por la acumulación natural de agua de lluvia en las cuencas creadas tras la extracción de las tierras fértiles del lugar para su utilización en diversas zonas de cultivo de la isla. Debido a la impermeabilidad de una capa de arcillas existente en la zona, que impide la filtración de agua hacia el subsuelo, con el paso de los años estas cuencas fueron quedando anegadas y se formaron estas pequeñas lagunas.

Es cierto el dicho que afirma “dónde hay agua, hay vida” y se puede comprobar fácilmente en este milagro de la naturaleza. Con el pasar de los años, la acción destructiva del hombre ha dado lugar a un ecosistema único en Tenerife, tras la acumulación de agua llegaron sauces canarios, acompañados por otras plantas higrófilas y brezos, y ante tal remanso de paz las aves acuáticas no se hicieron esperar.

Hoy en día y después de casi treinta años desde que se dejaran de extraer las llamadas “tierras de prestación” de la zona, Los Humedales de Erjos renacen tras ser arrasados por el terrible incendio que asoló el norte de Tenerife en el verano de 2007.

El abundante número de días de lluvia del pasado invierno ha permitido que los humedales se llenen de nuevo y que especies como el sauce canario (Salix canariensis) aparezcan en abundancia y esplendor; además, con esta recuperación del entorno las aves están regresando de nuevo a la zona. En las colinas de alrededor aún se pueden apreciar claramente las secuelas del devastador incendio, allí, en las laderas, los brezos y otras especies del Monteverde intentan pasar página y renacer desde sus cepas.


*Gracias a Manolo Marrero por permitirnos usar un video cargado de sensaciones donde se puede apreciar la grandiosidad de este paraje:

Charcas de Erjos - (NEW EDITION) from manolomarrero on Vimeo.

sábado, 23 de mayo de 2009

SAUCE CANARIO (Salix canariensis): "El guardián de los arroyos"

La situación actual de este árbol es dramática, a su natural lucha contra las periódicas sequías que asolan nuestras islas cada cierto número de años, se ha unido la desaparición de corrientes fluviales a causa de las canalizaciones para cultivos y la necesidad de competir con dos especies higrófilas invasoras: la caña (Arundo donax) y el paragüitas (Cyperus involucratus).

El sauce canario (Salix canariensis), también llamado sao, es un árbol pequeño endémico de la Macaronesia que crece en Madeira y Canarias, dónde podemos hallarlo en todas las islas menos en Lanzarote y Fuerteventura. Se trata de una especie higrófila (requiere humedad constante) que podemos encontrar en barrancos con curso de agua habitual, así como alrededor de arroyos y pequeñas lagunas o humedales de nuestras islas. En condiciones óptimas llega a medir hasta diez metros de altura, sus hojas son lanceoladas y pubescentes por el envés, normalmente deformadas por agallas. Sus flores, unisexuales, se disponen en amentos masculinos o femeninos de hasta seis centímetros de largo. Posee un tronco gris verdoso que se torna parduzco y agrietado con la edad; las ramas son verdosas, delgadas y suaves aunque se van tornando rugosas con el paso del tiempo. El sauce canario tiene además la peculiaridad de ser un árbol de hoja caduca por lo que con la llegada del otoño sus ramas pierden frondosidad.

Es habitual que forme saucedas o bosques galería alrededor de los cauces de los barrancos. En Tenerife podemos observar saucedas importantes en los barrancos del Cercado y de Afur, en Anaga, formando bosques galería, así como abundantes ejemplares a orillas de los humedales de Erjos, dónde sirven como refugio para varias especies de aves.

Este árbol debe ser objeto de un concienzudo y urgente plan de recuperación, en el que se erradiquen permanentemente las especies invasoras, caña y paragüitas, que impiden la recuperación natural del sauce en los barrancos y zonas húmedas de nuestras islas.

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